Desde hace días lo saben las más altas esferas del Gobierno y expertos en salud pública, pero nadie lo quiere decir abiertamente: miles morirían por el COVID-19 en Puerto Rico.
Al momento las proyecciones obtenidas de expertos por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) son sobrecogedoras. La más cautelosa apunta a que se podrían registrar unas 16,000 víctimas mortales durante la pandemia en la isla; el peor escenario se acerca a las 58,000 víctimas.
A solicitud del CPI el demógrafo experto en salud Raúl Figueroa calculó la cantidad de posibles muertes utilizando como base los estimados de contagio que ha ofrecido el Gobierno de Puerto Rico, así como las tasas de letalidad que han publicado los países que llevan la delantera en la pandemia, y la tasa de letalidad local que van arrojando las pocas pruebas que se han hecho en la isla desde que se hizo la primera prueba el 8 de marzo. Según los cómputos de Figueroa, en el caso de que Puerto Rico se acerque a la letalidad promedio mundial – que a la fecha es de 4.4% – morirían 27,000 personas en unos 12 a 18 meses. Si la epidemia se comportara aquí como en Italia, que tiene una población envejecida similar a la de Puerto Rico y la peor tasa hasta la fecha con 9.3%, serían 58,000 fallecidos en el mismo periodo.
En los próximos tres a seis meses, el escenario más probable sería de 1,400 a 12,000 víctimas, estimó Figueroa al vaticinar que Puerto Rico verá una explosión de casos en las próximas dos semanas.
“La gente que va a morir es mucha, sobre todo si esto del aislamiento social no funciona”, sentenció.
Los estimados del demógrafo fueron validados por dos epidemiólogas consultadas por el CPI y, en gran medida, por el bioestadístico del Task force de COVID-19 y director de la Escuela de Epidemiología y Bioestadística del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad (RCM) de Puerto Rico, Dr. Juan Carlos Reyes.
Nazario, por ejemplo, enfatizó que las cifras son estimados crudos, que no toman en cuenta las fluctuaciones por edad y sexo, pero indicó que es el tipo de proyección que se puede hacer dada la falta de pruebas hechas en Puerto Rico y de datos específicos sobre los casos positivos.
“El estimado de muertes está correcto”, indicó.
Por su parte, la Dra. Marzán validó el rango de posibles muertes proyectadas para los próximos tres a seis meses como las muertes directas que pueden esperarse en Puerto Rico en el pico de la epidemia, si las medidas de distanciamiento social logran reducir el avance del contagio.
Las expertas consultadas enfatizaron que las proyecciones y los escenarios dependerán de las medidas de contención que el Gobierno tome y de los recursos que pueda allegar al deteriorado sistema de salud del país. Sin embargo, coincidieron en anticipar que a lo que se puede aspirar es a bajar el número de muertes por el COVID-19, no a evitar que ocurra una cantidad significativa dada la realidad demográfica de Puerto Rico y del sistema de salud.
La epidemióloga Dra. Idania Rodríguez, quien ha trabajado en el Departamento de Salud y en el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, puntualizó además que la isla tiene una gran cantidad de habitantes mayores de 60 años y de personas con condiciones crónicas en todos los segmentos demográficos tales como diabetes, cáncer, hipertensión, enfermedades respiratorias y enfermedades del corazón, que han figurado en el segmento mayor letalidad en China, Italia y España. En Italia, por ejemplo, la tasa de letalidad por coronavirus entre los adultos mayores es de un 19%.
Las tres epidemiólogas dijeron en entrevistas por separado que el sistema de salud de la isla no podrá manejar la enorme cantidad de hospitalizaciones que ocurrirían, provocando muchas de las muertes de los pacientes severos en los segmentos vulnerables. Marzán sostuvo que estas serían muertes indirectas de la epidemia.
Estimados de cuántas personas se espera que estén hospitalizadas por COVID-19 simultáneamente en el pico de la epidemia, fluctúan entre las 30,000 y las 50,000 personas; Puerto Rico solo tiene 8,000 camas de hospital entre instalaciones públicas y privadas, por lo que el Gobierno ya busca alternativas para convertir otras propiedades donde ubicar camas temporeras de hospital para los pacientes, supo el CPI.
“¿Podríamos hospitalizar 50,000 personas a la vez? La respuesta es no y eso impactaría el estimado de muertes indirectas”, señaló Marzán al indicar que como lección del huracán María el Gobierno debió haber establecido esas definiciones antes del evento crítico, de manera que se pueda documentar apropiadamente la severidad de la epidemia. “Temo a que, al igual que el huracán, se va a tener que estimar las muertes a través del exceso de mortalidad durante el periodo de la epidemia” agregó.
Por su parte, la Dra. Nazario también enfatizó la falta de preparación por parte del Departamento de Salud (DS) que no tomó las previsiones desde que se supo del inicio de la propagación del virus en enero.
“Nosotros no nos preparamos, al igual que no nos preparamos para el huracán María. Teníamos que habernos preparado desde enero. Tenemos un atraso y, al igual que en María, la gente que se va a morir por el COVID-19 es básicamente porque no tenemos las suficientes camas de intensivo, ni nos preparamos”, sostuvo. Explicó que en un evento extraordinario de salud pública como la actual pandemia hay muertes que son inevitables, pero hay muertes que se pueden evitar si se ha planificado y si se han alineado los recursos a tiempo.
Por su parte, la Dra. Marzán sostuvo que la cuarentena que se ha mantenido hasta la fecha en la isla sigue siendo una de intensidad media, pues aún permite la circulación de buena parte de la población, aunque sea para asuntos básicos como comida y gasolina. Estimó que al presente una de cada cuatro personas aún tiene movilidad, mientras que en el escenario más estricto posible sólo podría circular el personal de primera respuesta en una emergencia, o aproximadamente uno de cada ocho habitantes.
“Yo estoy bien preocupado porque siento que la gente está haciendo esto (la cuarentena) bien liviano. Es bien poca la gente está cogiendo esto en serio”, agregó el Dr. Reyes del Task force.
Hasta el miércoles en la mañana se habían hecho 582 pruebas entre el Departamento de Salud, el Hospital de Veteranos y los laboratorios privados que comenzaron a hacer pruebas esta semana. Al momento hay 51 resultados positivos y 178 resultados en espera. A nivel global se estima que por cada caso positivo, hay entre cinco a 10 personas positivas que no han sido detectadas y una tasa de transmisión (personas que infectan a otras personas) de 2.3. Por esta razón el Task force estima que, al miércoles, 25 de marzo, en Puerto Rico hay entre 586 y 1,173 infectados, explicó Reyes.
Reyes sostuvo que el problema con la inaccesibilidad de las pruebas en Puerto Rico se reduce a que simplemente no hay pruebas moleculares disponibles en la isla (PCR), al igual que en Estados Unidos, y a que las pruebas rápidas que se solicitaron aún no han llegado. Según dijo, el Departamento de Salud tenía 1,000 pruebas de las cuales al miércoles debían quedar unas 642 tras las 358 que ha hecho la agencia porque no han recibido nuevas. Esta es la razón por la que se han estado concentrando en los casos severos, explicó.
Asimismo explicó que la limitación en el rastreo de las personas que han estado en contacto con los que han arrojado positivo responde a la falta de recursos en el Departamento de Salud e indicó que están reclutando estudiantes de epidemiología del RCM y de la PHSU para que comiencen a brindar apoyo en esta tarea a partir del jueves o el viernes de esta semana, y que una vez lleguen las pruebas rápidas intentarán hacerle las pruebas a esas personas, que es lo ideal, reconoció Reyes. La expectativa que tiene es que esto ocurra a mediados de la semana próxima.
Asimismo, afirmó que la postura del Task force es que una vez lleguen dichas 200,000 pruebas, se rieguen por toda la isla y se hagan también a las personas con síntomas leves o asintomáticas, que son las principales fuentes de contagio del virus porque se sienten lo suficientemente bien como para seguir yendo al supermercado, al banco, a comprar comida y a la farmacia, y continúan propagando el virus. Según indicó, la literatura científica sobre el tema, que ya es sólida, apunta a que el 79% de las personas que tienen el virus están siendo contagiadas por personas que tienen síntomas leves, y que el 86% de las personas está infectada y lo desconoce.
O sea, el problema mayor del contagio está en las personas que no enferman aunque tienen el virus, los llamados asintomáticos que siguen circulando y contagiando, no en las que enferman severamente, y que están contenidas en un hospital, dijo. Ahí está la importancia del llamado contact tracing o rastreo para reducir el ritmo de la propagación.
“De los que están atendiéndose ahora mismo nosotros no estamos rastreando a nadie”, señaló la Dra. Idania Rodríguez al enfatizar la importancia de identificar a esas personas que han tenido contacto con los casos que ya han arrojado positivo y ponerlos en aislamiento total. La epidemióloga también lamentó la falta de pruebas y datos en Puerto Rico porque impide identificar temprano dónde están los bolsillos de contagio.
“La consecuencia es que no sabes la magnitud de la enfermedad, y no identificas los que están a riesgo. No puedes tener las medidas de mitigación y contención, y estas personas pueden seguir transmitiendo la enfermedad”, indicó.
Asimismo sostuvo que muchas de las medidas que está tomando la población, como utilizar mascarillas y guantes, lo que hacen es dar un falso sentido de seguridad y propender a una mayor propagación. Por ejemplo, si un cajero o un consumidor utiliza guantes, y con los mismos guantes agarra todos los productos de la compra y el dinero con el que pagan, que a su vez han sido tocados ya por muchas otras personas, el guante no tiene ningún efecto. Además, los productos contaminados luego los entra a su hogar y los vuelve a tocar, por lo que también pueden ser fuentes de contagio si no los limpia uno a uno con una solución de vinagre o jabón diluido.
“Hay factores que no están en ti, porque si alguien tocó algo en el supermercado, la infección va a seguir. Dura dos o tres meses, sería iluso pensar que esto en dos semanas se va acabar.
No hay forma de garantizar el no contagio, lo único que podemos hacer es todo lo posible por minimizarlo”, finalizó.